El porqué de mi amor por la fotografía
Esta historia comenzó hace mucho tiempo. Yo era voluntario en una reserva ecológica y una tarde iba caminando tranquilamente por un bosque cuando de repente veo un señor haciendo fotos de aves con un teleobjetivo. Le pido permiso para ver a través del visor de su cámara y en ese instante me pasó algo. Me pareció genial que la fotografía podía ser un excelente sustituto de la cacería. Y para nada dañino. Pasaron unos meses y me fui involucrando en distintos rubros de la fotografía, asistiendo y aprendiendo, al mismo tiempo que terminaba mis estudios secundarios. Luego pasaron los años y seguí. Cada vez más. Epocas de olor a químicos de revelado, de embrollos de negativos en la oscuridad, de papeles blanco y negro, color, cibachrome, y pupilas dilatadas por el cuarto oscuro. Luego vino la universidad. Durante algunos años me obstiné en estudiar ingeniería, sin dejar de lado la fotografía. Una vez que me convencí que nunca sería un ingeniero (y que convencí a mi familia), fue que me volqué de lleno a trabajar en esto. Y me salió muy bien. Por aquellos años, dediqué mis tiempos libres a estudiar la carrera de dirección de cine, que sí completé. Trabajé en distintos estudios hasta que un día abrí mi propio estudio junto a un socio y durante algunos años atendimos pedidos del gran diverso mundo de la creatividad publicitaria, acumulando una buena cantidad de experiencias exitosas para empresas grandes, medianas y pequeñas. A partir de determinado momento, comencé a trabajar sobre la producción de mis propios trabajos y me interesé por el retrato. Aquí es donde encontré la relación con ese instante que me conmovió cuando comprendí que fotografiar es cazar. Esperar a que algo ocurra en un rostro, atrapar un gesto inconciente. Esta idea de la cacería surgió en aquel bosque, sin embargo luego de todos estos años no regresé allí a fotografiar aves. Actualmente sigo trabajando en mis producciones personales, me inquieta observar los fenomenos sociológicos de los que formamos parte sobre el planeta. La forma en que nos comunicamos, viajamos, consumimos, crecemos. El contexto que nos rodea, nos contiene, nos detiene o nos expulsa. También realizo colaboraciones para algunos medios editoriales, un ámbito que encuentro ideal para difundir mi manera de ver de forma masiva, con total libertad creativa y el significativo aporte de los equipos de trabajo que me acompañan, lo cual conspira notablemente en alcanzar siempre mejores niveles de calidad en las imágenes.
Uno de los últimos desafíos en los que trabajo actualmente, es el de la transmisión de conocimientos. Me resulta muy gratificante poder compartir con aquellos que estén interesados, mi manera de trabajar, expresar. Y lo más interesante de todo es que siento que a menudo soy yo quien más aprende. Después de todo, se trata de compartir la experiencia, la técnica, las herramientas. Todo lo demás, viene con cada uno. Ya casi somos personas genéticamente audiovisuales. La meta es que cada uno lo descubra.
En otras secciones del sitio, se muestran algunos trabajos. Ya me dijo un amigo hace poco. Un jpg vale más que mil palabras.
Maxi Bort.